ESPAÑOL
Agua de lavanda, una ramita fresca en la mesa de noche, sábanas blancas y se metió en la cama porque necesitaba descansar ese día donde sucedieron demasiadas cosas.
Inhaló profundo, exhaló profundo. Repitió el proceso hasta que, con timidez, sintió su mente despejarse. El trabajo y sus ritmos pasaron a otro plano, luego lo hizo el problema con sus padres, tras él la deuda, después los titulares en prensa. Pronto solo quedaron la paz y su consciencia envueltas en un silencio que olía a campos lavanda, prolongados más allá de donde alcanzaba la vista. Sobre la ensoñación, se mecía ella con el viento.
El mundo y sus edades salpicaban el terreno. Primero, entre las carreras de plantas, descubrió a dos niños vestidos con pieles que olían las flores, las tocaban, e incluso se las llevaban a la boca; poco más adelante contempló a una mujer que las recogía en su gran delantal blanco; después vio a un hombre, este llevaba guantes y parecía seleccionar las mejores cañas. Todos se veían felices, borrachos de frescura y verano. También ella lo estaba, con los brazos abiertos mientras descendía de lo etéreo para acariciar las flores con la punta de los dedos.
Se preguntaba, entonces, si no habría entre tantas especies distintas, una lavanda mágica que germinase dentro de las personas para impregnar su alma de cosas buenas, para que las transformara como la transformó a ella, durante esa noche, en la reina de la floración.
Miriam Alonso (Mimi)
Este cuento se me ocurrió después de ver a un par de amigues paseando entre las carreras de lavanda que florecen a estas alturas del año en los campos de Brihuega, provincia de Guadalajara (España). Mis amigues no podían verse más felices, más encantades, más bonites, más reines de la floración.
Espero que disfrutéis mucho este cuento brevísimo y que esta noche, si tenéis a mano un poco de lavanda en esencia, en perfume, en bruma… su aroma os acompañe en sueños.
¡Gracias!
ENGLISH
Folktale. The queen of flowering.
Lavender water, a fresh sprig on the nightstand, white sheets, and she got into bed because she needed to rest that day where too much happened.
Inhaled deeply, exhaled deeply. She repeated the process until, shyly, she felt her mind clear. The work and her rhythms went to another level, then the problem with her parents did, after that the debt, then the headlines in the press. Soon only peace and her consciousness remained wrapped in a silence that smelled of lavender fields, stretched beyond what the eye could see. On the reverie, she swayed in the wind.
The world and its ages dotted the terrain. First, between the plant lines, she discovered two children dressed in furs who smelled the flowers, touched them, and even put them in their mouths; a little later she beheld a woman gathering them in her great white apron; then he saw a man, he was wearing gloves and seemed to select the best canes. They all looked happy, drunk with freshness and summer. She was, too, with her arms outstretched as she descended from the ethereal to caress the flowers with her fingertips.
She wondered, then, if there would not be among so many different species, a magical lavender that germinated within people to impregnate their soul with good things, to transform them as it transformed her, during that night, into the queen of flowering.
Miriam Alonso (Mimi)
This story occurred to me after seeing a couple of friends walking among the lavender lines that bloom at this time of year in the fields of Brihuega, Guadalajara province (Spain). My friends could not look happier, more enchanted, prettier, more flowering royalty.
I hope you enjoy this short story very much and that tonight, if you have close a little lavender in essence, in perfume, in mist… its aroma will accompany you in your dreams.
Thanks!